BNP o la muerte por perfeccionismo

BNP o la muerte por perfeccionismo

El perfeccionismo: un problema para el escritor (y para sus clientes)

Hace unos cuantos años tuve una jefa trabajadora, detallista, entregada, apasionada… y que perdía una cantidad de tiempo absurdo en detalles en los que nadie más se fijaba. Era el ejemplo perfecto del perfeccionismo llevado al límite. Si le hablarais de la Ley de Pareto (esa que dice que dedicamos un 20% de nuestro tiempo a conseguir un 80% de los resultados), ella os contestaría que ese 20% adicional es total y absolutamente imprescindible y que sin llegar al 100% no se le puede entregar nada al cliente.

Es un error bastante llamativo pero habitual en muchos entornos.

Yo no soy nadie para echarle en cara su equivocación porque peco de lo mismo pero a lo grande: la obsesión por la perfección me lleva a dilatar ciertos trabajos. Dicho de otra forma: me hace procrastinar (sí, era imposible que la palabrita de moda no apareciera en esta web). Eso es, ni más ni menos, la muerte por perfeccionismo. Esto sucede a todos los niveles personales y profesionales y, como no también en trabajos relacionados con la escritura.

el círculo vicioso del perfeccionismo

Cuando intentamos llevar a cabo todas y cada una de nuestras tareas con absoluta perfección lo que sucede es esto:

  • Estamos perdiendo una cantidad desorbitada de tiempo,
  • nos estamos obstaculizando,
  • retrasamos hacer otras cosas que pueden ser más o menos urgentes y
  • nos obsesionamos y perdemos confianza en nosotros mismos

Dicho de otra forma: la perfección nos lleva al desastre.

Ser más o menos perfeccionista es algo que va con el carácter de cada cual: hay personas que, ante un reto se lanzan a la piscina y otras que necesitan dar mil vueltas a todo y ultimar todos los detalles antes de ponerse a trabajar. En otras ocasiones el perfeccionismo es consecuencia de comparar nuestro trabajo con el de los demás sin tener en cuenta el nivel del preparación previa que esas personas han tenido para desarrollarlo.

Leemos un texto que trata de lo mismo que tenemos que escribir nosotros, escuchamos a un músico interpretando una pieza de Beethoven, degustamos una tarta de manzana exquisita, nos fijamos en lo limpios que están los cristales de un local… y empezamos a obsesionarnos con alcanzar ese nivel, sin tener en cuenta que quien haya hecho ese trabajo ha dedicado años a formarse o que, incluso, puede que detrás de esa obra haya un equipo de personas.

Esta reflexión viene a cuenta de que estos días he releído Organizarse de forma eficaz, de Detlef Koenig, Susanne Roth y Lothar Seiwert. Ya sabéis que una de mis obsesiones personales es la organización personal y profesional. Suelo leer libros de este tipo y trato siempre de sacar de ellos algo aprovechable en la práctica.

Este no es demasiado interesante, está demasiado simplificado y muy orientado a ambientes laborales, pero sí que habla de algo que me ha gustado mucho: El principio BNP.

Me encanta esta representación de Alain Lacroix del perfeccionismo: un imposible.

El principio BNP y 10 formas de vencer el bloqueo por perfeccionismo

¿Qué significa BNP? Muy sencillo. Las siglas BNP hacen referencia a «Bien, no perfecto». Debemos liberarnos de la presión de hacer todo al detalle y limitarnos a hacerlo bien —o, a veces, a dejar que lo haga una tercera persona mucho más preparada que nosotros para la tarea—.

Para lograr seguir el principio BNP hay una serie de consejos que podemos tener en cuenta y que nos ayudan a controlar esta obsesión por ser perfectos y a evitar bloqueos:

  1. Empieza. Una de las claves para superar el perfeccionismo es empezar. Aunque no esté todo listo, aunque no tengas toda la documentación a mano, aunque aún te queden cosas por decidir… arranca.
  2. Divide tu trabajo en varios pasos o sub-metas para así percibir que eres más eficaz y lograr sentirte más satisfecho con tus avances. Además podrás establecer indicadores a medio camino. Esto es muy efectivo sobre todo cuando te propones un proyecto gigante (como escribir un libro o trabajar en una web de más de diez páginas. Es mejor que pienses en términos de capítulos o incluso párrafos).
  3. Evita pensar en términos de todo o nada, bueno o malo. Hay grises por el camino, de verdad. Que no sea perfecto no echa por tierra todo el trabajo que has hecho. Es más: en la mayoría de los casos verás que es más que suficiente para los que están a tu alrededor y que esos «defectos» que a ti te parecen insalvables a otros les dan igual o, directamente, ni los han visto.
  4. No busques compararte con los demás: no siempre hay que ser el mejor o la mejor en todo. Está bien tener referentes que te inspiren o te motiven pero no significa que tengas que ser igual de bueno en lo suyo (tal vez ahí está la gracia: en el elemento que te diferencia de todos los demás).
  5. Asume que te vas a equivocar un montón de veces. Es más: equivócate a propósito. Date cuenta de que esos pequeños errores no llevan aparejado ningún trauma de por vida.
  6. Separa tu trabajo de tu valoración como persona: lo que haces no determina quién eres. Un error en el trabajo no significa que seas una peor persona o que no estés preparado para otras mil tareas que se te van a cruzar por el camino. Separar ambas realidades es muy difícil a veces, pero no imposible.
  7. Ajusta el nivel de calidad de lo que hagas a lo que los demás esperan de ti, y no a lo que tú te impones como mínimo.
  8. Limita el tiempo para hacer ciertas tareas. Por ejemplo: yo debería haber escrito el primer borrador de este texto en unos treinta minutos pero me ha llevado dos horas. ¿Por qué? Porque a cada frase buscaba algo de información adicional, referencias, volvía atrás para ver si había algo que podía explicar mejor… ¿Era necesario tal nivel de documentación para explicar las ideas básicas que quiero lograr transmitir? Probablemente, no.
  9. Pide ayuda. Como es imposible que todo lo puedas hacer perfecto, tal vez te compense pedir ayuda para cuestiones que no dominas lo suficiente. Cuando hablo de pedir ayuda, también me refiero a contratos remunerados, por supuesto. Depende del contexto.
  10. ¿He hablado ya de la Ley de Pareto en esta entrada? ¿Sí? La recuerdo de todas formas: el 20% de tu dedicación lleva al 80% de los resultados. Seguro que con eso es suficiente en muchísimas ocasiones.

Si después de todo esto aún no estás seguro de si te ajustas o no al perfil de perfeccionista que se bloquea por todo, te recomiendo leer este artículo del Huffington Post en el que te muestran catorce señales de que lo eres, y este otro en el que se dan cinco razones por las que serlo es malo para tu salud.

bnp o la muerte por perfeccionismo

Post a Comment